LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES SERÁN SIEMPRE LA BATALLA DE NUESTRA ESPERANZA

LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES SERÁN SIEMPRE LA BATALLA DE NUESTRA ESPERANZA

Por esas cosas de la vida, me solicitaron hace algunos días que escribiera algunas palabras como motivación para los padres de familia interesados en matricular a sus hijos en el Instituto Champagnat de nuestra ciudad.

La verdad, me demoré varios días pensando en la manera de afinar mis ideas para exponerlas ante un público, que si bien es cierto, puede sentirse motivado por ellas, o sencillamente, puede acudir a inscribir a sus hijos para un nuevo año escolar, porque ha oído hablar de nuestra institución y le han recomendado de viva voz que somos buenos académicamente, que exigimos unos valores sobre los cuales queremos educar y formar a los nuevos ciudadanos del mañana. Entre otras cosas, seguramente le dirán a ese público, que hacemos muchas actividades que llevan a nuestros estudiantes a ser líderes desde el trabajo de los grupos juveniles. Que son portadores de una alta sensibilidad por el sufrimiento del otro, porque lo aprendieron de unas sanas relaciones solidarias construidas desde del aula de clase, desde la visita a un barrio pobre o desde la fuerza solidaria de sus padres; es decir, lo aprendieron desde la familia, como la primera escuela encargada de educar y formar a sus propios hijos en y para la vida. Después de todo, me decidí escribir sobre los niños y los jóvenes, como la batalla de nuestra esperanza. Por eso digo con coraje, pero a la vez, con carácter de maestro apasionado por esta tarea que no es tan fácil evidenciarla con toda su gracia en estos tiempos, a los que llamamos novedades desafiantes del Siglo XXI: Ellos y ellas serán nuestra esperanza y por ellos y ellas haremos hasta lo imposible para que sean el día de mañana la plenitud de lo que sus padres y maestros soñaron entrañablemente para sus hijos y sus alumnos. Por eso, bien lo decía Kin Wood, en su obra, “el mundo es tuyo, pero tienes que ganártelo”, al referirse a una “especie de araña que deposita cuidadosamente una gran cantidad de huevecillos en la corteza de los árboles y luego los disfraza con su tela. Al cabo de cierto tiempo, las crías salen de los huevecillos y la madre, sin pensar en sí misma, se dedica a alimentar a sus pequeños, tal y como lo hacen todos los animales e insectos”. Finalmente, muere por agotamiento. Pero, más sorprendente aún, en otra especie de arañas, la madre se entrega totalmente a las recién nacidas y todo su cuerpo se convierte en alimento. Es verdaderamente conmovedor darse cuenta de que la vida de las arañas recién nacidas dependa de la fuerza de la madre para sacrificarse, y en últimas, entregar su vida para que sus pequeñas vivan”. Pues, así es, la prosperidad de una generación depende de alguna manera del sacrificio hecho por los padres, por los maestros y por todos aquellos que son capaces de anticipar horizontes visionarios para un pueblo o para una nación y para alcanzar esta meta, es necesario que los padres de familia y los maestros nos desvivamos apasionadamente por ayudar a “educar individuos plenos, efectivamente apasionados, alegres y amorosos, cognitivamente brillantes y expresivamente talentosos” (Miguel de Subiría). Los Hermanos Maristas llevamos más de 100 años apostándole a esta batalla, a través del lema que heredamos de Marcelino Champagnat: Formar buenos cristianos y comprometidos ciudadanos, en estas tierras encantadoras de Nariño y Pasto. Y no hay duda. Formar extraordinariamente hombres y mujeres con valores, para encarar la vida y desenvolverse en ella con capacidades y habilidades imprescindibles, siempre ha sido nuestra tarea y ampliamente reconocida por la sociedad nariñense y del país.

Estos tiempos que son inciertos y sin valores, decimos muchas veces los adultos, para ustedes parecen ser normales, porque son sus propios tiempos. No hay otros, porque son los suyos y en estos tiempos están creando su propia historia. Martín Buber dijo alguna vez que, “el sentido de la vida comienza con los encuentros”. Kin Wood, con sus aportes fenomenales para las nuevas generaciones, aseguraba que “la dirección y calidad de nuestra vida, puede recibir la decisiva influencia de las personas con las que estamos en contacto; de manera que para los jóvenes que están en búsqueda del verdadero sentido de la vida, las personas que los rodean pueden ser decisivas”. Dime, quiénes son tus amigos, y te diré quién eres. De otra parte, en estos últimos años un gran número de exalumnos maristas se ha acercado a su colegio, el Instituto Champagnat, para celebrar sus bodas de plata o las bodas de oro; pero, además, se dan cita para realizar encuentros más informales, cuyo fin es recordar entrañablemente a sus maestros que marcaron de manera decisiva sus vidas. Ahora bien, otro gran grupo de exalumnos, siempre nos pregunta sobre los avances que se realizan en la institución; cuántos estudiantes pasan a las universidades públicas; qué innovaciones realizamos en el aula de clase. No está por demás decir, que varios de ellos ostentan haber sido los mejores estudiantes en su colegio y recalcan con alegría la exigencia de sus padres y maestros. Se quejan de las nuevas generaciones de exalumnos maristas ante la flojedad para luchar la vida. Dicen que las generaciones actuales son conformistas, demasiado consentidas por sus padres, hasta el punto de anularlas, volverlas mediocres y sin la fortaleza suficiente para afrontar la vida con coraje: “Todo lo tienen, no les hace falta nada”. Su tarea es estudiar y estudiar como lo hacíamos nosotros, con ganas, con entusiasmo. Pues, nosotros no teníamos las ventajas que tienen ellos ahora. Ellos, los estudiantes de las nuevas generaciones, casi desde la cuna ya acarician el celular. Para muchos, es su ídolo. Si eso es así, dónde están las grandes trasformaciones de la juventud del presente, que son nuestros estudiantes de undécimo grado, en el aprendizaje, en las relaciones humanas y en la creación de una nueva cultura más humana, más solidaria. Estos mismos exalumnos, que dicen ser muy maristas, no dudan de ninguna manera en el talento de los estudiantes de nuestra tierra nariñense. “Tenemos gente con talento; tenemos estudiantes en nuestro institutito que está ocupando puestos muy importantes en el mundo. Exalumnos valientes y con una extraordinaria inteligencia para hacerle frente a la corrupción; para cuidar y hacer prosperar los recursos y el medio ambiente para las nuevas generaciones”. Mi querido(a) y estimado(a) estudiante de la Generación 126, se trata, en definitiva, de tomar en tus propias manos tu año escolar. Nadie más es el responsable, ni siquiera tus padres, del valor de los desarrollos académicos y de convivencia. De ti depende que te gradúes con honores o te quedes repitiendo el undécimo grado en un nuevo año escolar, entendiendo que tengo la potestad para reservarme el derecho de recibirte o no a repetir tu grado undécimo en el año 2019. Te deseo el mejor de los bienes en esta terminación del año escolar. Sólo te queda el cuarto período para asegurarte los mejores rendimientos. Es tu propia decisión. Con especial aprecio, Hno. Antidio Bolívar Enríquez O. Pasto, Agosto 29 de 2018.